La pregunta encierra una trampa. ¿Buena según qué criterio? ¿La satisfacción personal? ¿El cumplimiento de un objetivo? ¿Y el objetivo es de corto o largo plazo? Sumen a eso que nuestro cerebro nos juega varias trampas llamadas sesgos cognitivos y veremos cuán difícil es compartir que una decisión es “buena”.
Daniel Kahneman y Amos Tversky trabajaron muchos años exponiendo los distintos modos en que nuestro cerebro y nuestro contexto interactúan. Sostienen que ambos completan un circuito en donde lo que “vemos”, “opinamos” y “decidimos” está primordialmente definido por lo que “pensamos”. Y lo que “pensamos” está influido por una serie de mecanismos, los sesgos cognitivos, que, si no los advertimos con anticipación, nos llevarían a tomar una mala decisión para nuestros intereses mientras estamos totalmente convencidos de que es una buena.
En su excelente libro “Pensar Rápido, Pensar Despacio” Kahneman nos presenta un detallado panorama de los resultados de su investigación. Kahnemahn sostiene que coexisten en nuestro modo de pensar dos sistemas, el Sistema 1, expeditivo, intuitivo, veloz, asertivo y el Sistema 2, reflexivo, lento, analítico. Un problema esencial es que el primer sistema está operativo todos los días y a toda hora. El segundo, solo a pedido. Y esto es un problema porque la naturaleza de las decisiones que debemos tomar en el mundo contemporáneo requieren del modo de pensar del Sistema 2, mientras que es el Sistema 1 el que todo el tiempo está emitiendo opiniones y juicios de valor ante esas decisiones.
Como problema esencial aledaño Kahneman expresa que nuestro Sistema 2 requiere de un esfuerzo cognitivo importante. Esto es gasto energético. Recientes descubrimientos de la neurociencia indicarían que es un gasto que nuestro cerebro es reticente a hacer por economía de recursos. Esto nos hace mas permeables a la influencia del Sistema 1, lleno de sesgos aptos para crear la sensación de la “buena” decisión mientras nos conducen, inexorablemente, a una mala.
¿Es esta trampa ineludible? Solitariamente, se cree que sí. Cobran importancia entonces los equipos de trabajo, las decisiones de conjunto y un sistema de pasos ordenados de decisión que nos ayuden a evitar los sesgos cognitivos permitiendo una toma de decisiones mas robusta.
Un Directorio es una inversión. Un grupo de consulta un activo y el tiempo de formular las preguntas exhaustivas que demanda un problema un primer paso inevitable si queremos finalmente tener aunque sea la mínima chance de que la decisión sea tomada por un “buen” proceso de adopción.
¿Garantía de que la decisión sea buena? Sobre sus resultados, ninguna. El mundo también se mueve y la fortuna, el alea y el contexto influyen. Pero sobre cómo se tomó esa decisión sabremos con certeza que ha sido la mejor decisión posible considerando todos los elementos relevantes al momento de tomarla. Y eso, mis queridos amigos, es prácticamente toda la diferencia del mundo entre tomar una decisión profesional y estar totalmente a la deriva.